domingo, 14 de febrero de 2010

EN PASSION

EN PASSION
(The passion of Anna)
Ingmar Bergman


por luis sánchez
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El título original de la película es La Pasión. Me llamó la atención el comentario de Liv Ullman con respecto a esto en la entrevista dirigida por Greg Carson*. Quien ve la película tomando en cuenta el título, The Pasion of Anna, centra su atención en el personaje de Anna, descuidando acaso el quehacer de los demás personajes.

Debo confesar que una primera vista de la película me aburrió, pensé que debió haberse llamado mejor “el vacío de Andreas Winkelman” dado que esperaba a una Anna (Liv Ullman) tempestuosa y acaparadora de la pantalla en vez de la que en el film figurara más como el resultado de una narración en Off, compañera de Andreas (Max Von Sydow) tanto como lo fue Eva y la soledad.

Me dije que quizá sería una película larga, esperando el verdadero desarrollo de la trama, el momento en que comenzaría Liv a acaparar la película. Así vi con desgana a una Eva (Bibi Anderson) que se entrometía demasiado en la trama; a una soledad de Andreas que me llegó a exasperar; el acto perturbador de un loco asesino de animales que me intrigó y me distrajo de lo principal; y al final a una Anna a la que ya no tuve ganas de apreciar.

Divagaba: ¿quién sería el asesino de animales? ¿Sería Andreas Winkelman a una vez Johan Anderson, Elis, Andreas el exesposo de Anna y el asesino? ¿Eva sería Anna? ¿Todos serían Anna?

Acabó el film y nada me había quedado claro. Más que no hubieran desvelado la identidad del asesino (intuía que era un motivo decorativo del todo) me decepcionó ver la leyenda Slut (fin) sin haber en esencia apreciado la obra.

Salvo el buen sabor de boca que me deja siempre la fotografía de Sven Nikvist; el audio ambiente; la interpolación de planos simbólicos en varias secuencias; la desolación y tormento de que suelen hacer gala los personajes de Bergman, me pareció un trabajo intrascendente del genio.

Por supuesto, un error de percepción. Me pasó lo mismo con Gritos y Susurros, a la que hoy considero una obra maestra.

Una segunda reproducción de la película me reveló su singularidad íntegra. Fui inocente al pensar que Bergman regala fotogramas, incluso la tibia rota de una de las ovejitas inmoladas por el asesino, un detalle gráfico perturbador, me vino a la mente cuando Anna habla de su accidente trágico, del que salió librada no sin haber visto comprometida su pierna.

Y de pronto todo está tan conectado que es abrumador el simple hecho de enunciarlo. Cada palabra cuenta o describe planos anteriores o posteriores. Cada foto habilita una palabra que parecía soltada al azar.

Por poner un ejemplo. Anna comienza a hablar de su ex matrimonio. La cámara la encuadra en un primerísimo plano. El soliloquio dura varios minutos puesto que da cuenta de su felicidad pasada, de los reveses de la relación y lo que es más importante, de cada detalle que desembocó en la tragedia automovilística en la que murieron su hijo y su esposo:

Ella quiso visitar las ruinas de una iglesia y pidió a su marido que la llevara. Como éste había bebido le pidió a ella que condujera. En un descuido el carro se le salió de control y ya imaginamos el resto.

Anna se guarda un secreto en el relato, Bergman introduce aquí un elemento simbólico, el detalle de una carta que aparece al principio de la película en la que de una pincelada, da cuenta de la relación tormentosa que guardaba con su exmarido.

Uf, a primera vista, una escena aburrida. Pero..

Al final, cuando Anna maneja el automóvil y en el copiloto Andreas Winkelman la llama loca y le pide la separación entre otras cosas; cuando la sensación de velocidad se intensifica y el desasosiego en Anna (magistralmente logrados) prometen una nueva tragedia automovilística, es inevitable volver al relato.

El ex esposo de Anna iba ebrio en el copiloto, no es difícil imaginar una discusión impertinente, detonador que estalló en la colisión. De súbito, cada palabra del soliloquio, el plano de la carta interpolada en éste, y muchos otros planos que sería inútil tratar de ilustrar aquí quedan plasmados en una secuencia llena de tensión y digna de un final.

Como apunté antes, este es uno de muchos ejemplos con los que la película está construida y que dan cuenta del todo. Es vastísima la cantidad de elementos simbólicos, universales y de estructura formal en ella.

Incluso la escena de la tertulia en la mesa, en donde (como muy pocas veces según mencionan los actores en la entrevista de Greg Carson) a los actores se les dio la libertad para improvisar fue planeada por Bergman como una pieza fundamental del todo.

Para dar fin a este artículo citaré otro ejemplo:

La pasividad y vacío que carcome a Andreas Winkelman, Johan Anderson y a Eva; el caracter positivo y despreocupado de Elis; se contraponen en relieve con la descabellada matanza de animales que hace referencia a la Pasión de Anna, terrible y desconcertante.

La identidad del asesino es trascendente sólo por quedar en el misterio, como la imagen de una fuerza oscura y desconocida que se sobrepone a la normalidad: la Pasión de Anna. Elis mismo lo dice en una línea: el amor de Anna por Andreas (su ex esposo) era algo que él sólo había visto en los libros.





*Desintegration of Passion. Mgm Home Entretainment

2 comentarios:

  1. Se ve chida, al rato la busco para verla también. Te recomiendo Synecdoche, New York http://en.wikipedia.org/wiki/Synecdoche,_New_York. Y tb hace poco vi éste documental que no tiene desperdicio http://www.fogonazos.es/2010/02/si-enganas-al-ojo-has-enganado-todos.html Vale la pena checar el documental completo en megavideo ahi está la liga.

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