domingo, 23 de septiembre de 2018

#2. Distrito 6


Escribo el contenido de esta entrada en el mes de Septiembre de 2018. Desde las entrañas de un edificio ubicado en un fraccionamiento al norte de la ciudad de Monterrey, en el estado de N.L. Frontera con el municipio de San Nicolás de los Garza, pegado a la franja norte del distrito 6 electoral local.

Mucho rollo, mucha especificación. Parecería un padecimiento natural nuestra manía o necesidad de asignar contrastes para poder reconocer, enfocar, clasificar, mesurar, comprender.

Yo por ejemplo tengo un nombre, pero eso no dice mucho acerca de mí. Para identificar la entidad que soy y diferenciarme de otros ciudadanos que andan con el mismo nombre rolando por el distrito 6 y el mundo tengo dos apellidos, un número CURP, un RFC. Tengo una cartilla militar, mis datos en el registro civil que avalan mi edad en el universo, entre otras cosas. Tengo en mi billetera una maravilla al respecto: mi credencial para votar, constituida con tinta UV, patrones debilitados, diseños guilloché, microtexto, elementos táctiles, fotografía fantasma con datos variables, etc.

Por supuesto no es más que una aproximación superficial; retomando las palabras de un buen amigo mío, más allá soy “un caso particular de lo posible”.

Baste esto para señalarnos la importancia de la especificación.

¿Pero qué es eso de distrito 6 a que hago referencia?
Para entendernos, y para empezar, aquí tendremos por distrito un sinónimo de DEMARCACIÓN GEOGRÁFICA.

A diferencia de una alcaldía, un distrito NO ESTÁ DIRIGIDO POR UN AYUNTAMIENTO, que es el aparato de administración de una demarcación encabezada por un alcalde y sus funcionarios. Cotidianamente se usa y podrán ustedes tomar alcaldía, ayuntamiento, municipio e incluso ciudad por el mismo concepto.

El distrito, para dejar de ser genérico, se acompaña siempre de uno o dos adjetivos: puede ser distrito federal, municipal, electoral local, electoral federal e incluso más abstracto como distrito amor, distrito ska, etc.

El distrito 6 al que hago referencia es el DISTRITO 6 ELECTORAL LOCAL, entendiendo por local ESTATAL, porque también hay distritos electorales federales circunscritos dentro de nuestro estado, dos para ser precisos, pero de ellos quizá este viaje nos haga ocuparnos después.

A nivel estatal, y para objeto de llevar a “buena práctica” eso de que conformamos una unidad democrática y REPRESENTATIVA, Nuevo León está conformado por 26 distritos electorales, cada uno representado por un diputado ante el H. Congreso del Estado.

Y aquí vale la pena un paréntesis para destacar que no es lo mismo el H. Congreso que el H. Congreso de la Unión. Para un entendido esto puede ser obvio, para mí no lo fue hasta que comencé a hurgar en todo este micro universo. Luego, el primero es el congreso del estado, en nuestro caso de Nuevo León, conformado únicamente por los 26 diputados electos en urnas y 16 por el principio de representación proporcional; y el segundo es el congreso a nivel federal, conformado por la cámara baja (o de diputados federales) compuesta de 500 legisladores y la cámara alta (o de senadores) conformada por 128 integrantes.

En resumen, el distrito 6 al que hago referencia es uno de los 26 que conforman el estado de Nuevo León, representado ante el H. Congreso por la diputada panista Claudia Caballero.

Pero ¿A quiénes representa la diputada?

Al parecer, y según indicó el INE en su momento (2016 que fue la última reacomodación distrital local luego de 20 años de permanencia) cada distrito del estado debe “ser integrado con no menos de 152 mil 132 ciudadanos y no más de 205 mil 826, en base al número de habitantes del estado, que corresponde a 4 millones 653 mil 458”.  

En promedio, cada diputado debería estar representando a 178 mil ciudadanos por distrito, considerando la información del vocal del INE.

En el caso del distrito 6 se trataría de los aproximadamente 178 mil ciudadanos que habitan las colonias o fraccionamientos que se ubican en parte del centro de Monterrey y sus alrededores. A continuación, la lista completa:

Centro de Monterrey
Bella vista
Del Prado
Asarco
Victoria
Industrial
Larralde
15 de mayo
Obrerista
Treviño
Sarabia
Terminal

Independencia
América
Tanques de Guadalupe

Cantú
Primero de Mayo
Terminal
Martínez
Pablo A. de la garza
Obrera
Condominios Constitución
Nuevo Repueblo
Caracol
Buenos Aires
Jardín Español
Valle de Chapultepec
Ancón del Huajuco
Residencial la española
Ladrillera
Florida
Roma
Cerro de la silla
LTH
Primavera

Altavista
Narvarte
Ancira
Balcones de Altavista
Tecnológico
Arroyo Seco
Altavista Sur

Jardines de Roma
Fraccionamiento Centro
Alfonso Reyes
Arturo B de la Garza
Altamira

Vidriera
Mariano Escobedo
Juana de Arco
Coyoacán
Industrias del Vidrio
Las Flores
Moderna
Cementos
Reforma
Jardines de la Moderna
Argentina
Nueva Madero
Venustiano Carranza
Carranza
Santa Fé
Churubusco
Francisco I Madero
Fabriles
Nueva Madero
Fierro
Acero

El INE tiene su cartografía muy bien elaborada; sin embargo, yo no encontré algo suficientemente ilustrativo (quizá no hurgué bien) y me di a la tarea de trazar un mapa en Google, por supuesto basado en la información que la página del instituto proporciona. Comparto el link al mapa y una imagen para el que quiera echar una vista aérea:



Platicando entre personas que anduvieron rolando la ciudad por allá de los cincuenta, doy con el hecho de que el distrito 6 era entonces el cuadro entero de la ciudad de Monterrey, con la colonia Roma al sur y la Moderna al norte. Supongo que no existía aun lo que hoy se conoce como zona conurbada. Pero esto es una estimación solamente.

De modo que volviendo a lo de la unidad y multiplicidad, en términos electorales, la diputada vendría a ser la unidad conformada por los ciudadanos que a su vez conforman el distrito 6 electoral. Teóricamente, somos como células conscientes que decidimos quién nos representará en el congreso a través de las urnas.  

Quizá esta parte del viaje fue tediosa, pero necesaria si es que queremos tomar conciencia del lugar del universo en que nos encontramos y nos desenvolvemos, por lo menos en un mínimo aspecto. Como ya señalé, más a profundidad las posibilidades son casi infinitas, sírvanos esta dimensión para dar los primeros pasos, acaso nuestra travesía nos pueda sumergir de a ratos en aguas más profundas o le sirva a algún@ lector@, quizá a ti, como trampolín para comenzar un viaje en un plano paralelo al nuestro y pueda enriquecer esta nutrida base de datos que conforma a la web; maravilla de maravillas.

Los dejo con unas postales del Distrito 







domingo, 9 de septiembre de 2018

Tomando conciencia. #1 unidad y multiplicidad


La presente entrada es un primer paso que doy en un viaje cuyo destino a largo plazo no tengo idea de a dónde me llevará. Igual te invito, apreciad@ lector, a emprenderlo conmigo.

Como aquél gran astrónomo y divulgador científico que fue Carl Sagan, te invito a que nos situemos, vía la nave de la imaginación, fuera de nuestra galaxia.

Más aún, fuera de nuestro universo: el multiverso.

¿Tendrá límites ese gran barrio de barrios (déseme chance de usar esta terminología)? Hasta hace relativamente poco se pensaba que el universo era la casa de todo lo que existe. Pero al parecer no es más que otra JURISDICCIÓN cósmica, un pequeño sitio entre la vastedad de otros universos.

Compartirás, querid@ lector, el vértigo que experimento cuando pienso en nuestra pequeñez, que por otra parte tampoco es LA PEQUEÑEZ.

Pero no nos distraigamos.

Los científicos han descubierto que las leyes físicas que se consideraban universales, es decir que regían lo mismo en este planeta que en los de los demás sistemas solares y galaxias, sólo tienen validez en cierta demarcación cósmica.

Dicho de otra manera, si aquí 2+2 es simple y sencillamente 4, allá, en aquellos lares allende los límites del universo, ese enunciado no tiene sentido. Por no hablar de las leyes de la termodinámica ni todas las fórmulas que sustentan la ingeniería y demás maravillas tecnológicas que hacen posible el milagro de nuestra civilización.

Pongamos atención a este hecho cósmico: lo que funciona muy bien en una parte, no necesariamente lo hace en otra, y esto es algo que, ya sea por sentido común o porque estamos programados para funcionar de acuerdo a la armonía “caótica” multiversal, nosotros, animales sublunares, aplicamos diariamente en nuestra pequeña parcela del cosmos que es la tierra.

Pero sigamos nuestro viaje. Demos un gran salto e internémonos en nuestra galaxia. Hermosa, pero no nos interesa apreciarla esta vez. Si bien no se cual sea el destino de esta aventura a largo plazo, sí sé cuál es la demarcación a donde quiero llevar esta nave hoy. De manera que nos internamos en nuestro sistema solar, el barrio donde la tierra y los planetas vecinos giran alrededor del sol.

Esta es la danza que han observado los astrónomos a través de las centurias para establecer las leyes de las que dijimos algo arriba.

Y de pronto, estamos en un lugar conocido. Un rincón de la inmensidad universal donde no necesitamos un traje presurizado para sobrevivir. Podemos andar desnudos sin temor a que nos estalle la cabeza o nos congelemos (con las obvias excepciones), la tierra.

Aquí todos sabemos que estamos pegados por la fuerza de gravedad a la superficie. Entendemos que la energía vital proviene del sol y nosotros, los humanos, la absorbemos gracias a la fotosíntesis de las plantas, las que también proveen de oxígeno al aire.

Entendemos que hay 6 continentes sobre los que se ha dado la civilización humana. Y aquí es necesario detenernos otro tanto, ya que nos internamos en un ámbito que cohabita con el de las leyes naturales.

Como humanidad semos una sola entidad, pero situados imaginariamente en el límite que nos separa de otras especies y de cara a la nuestra, alcanzamos a divisar asimismo un mundo de diferencias entre unos y otros, en una dimensión diferente al de las leyes físicas: “costumbres, ideas, creencias, cultura, conocimientos científicos y técnicos” De manera que se puede hablar de la civilización Maya, azteca, inca, totonaca, árabe, africana, asiria, etrusca, romana, griega, bizantina, occidental, oriental, china, celta, egipcia. Etc, así como de sus raíces y las culturas descendientes de las mismas.

Y dentro de cada civilización podemos encontrar multitud de complejos sistemas sígnicos, morales, espirituales, de gobierno; ismos, costumbres, economía, intereses etc.

De pronto, lo que a la distancia parece ser un orden muy cercano a nosotros, vuelve a insinuarse como un caos.

Pero prosigamos.

Nuestra nave vuela ahora sobre el continente americano. Desde el aire es una tierra sola, pero para efectos de nuestra gesta nos ajustaremos a los límites territoriales que la civilización le ha impuesto a lo largo de la historia. 35 países soberanos, 23 dependencias de países europeos. Cada uno con sus leyes, su forma de gobierno, sus costumbres, su lengua, sus alianzas etc.

Nos detenemos sobre México. Le damos zoom a nuestro panel de monitoreo imaginario, y ahora se nos aparece un pedazo de tierra en forma de cuerno de la abundancia, subdividido a su vez en 32 estados federales.

Me dirás lector, que el viaje es deprimente, que de la grandeza del universo y sus leyes místicas pasamos luego a hablar de pactos federales, divisiones políticas, imposiciones humanas a la grandeza de la naturaleza.

Le contestaré que Carl Sagan le puede devolver en un instante a las maravillas del universo y las ciencias exactas en el siguiente link.

Para nosotros, es preciso hablar un poco de México, la entidad en el universo en cuyas entrañas puedo decir que tengo mi hogar.

Ubicándonos en un plano histórico, podríamos decir que México es el resultado, como muchos otros países, de una larga tradición violenta.

Antes de ser México era sólo una extensión de tierra habitada por la civilización prehispánica, donde también por supuesto se practicaba la violencia. Luego llegaron los españoles y en nombre del Rey y del papa se proclamaron dueños de ella, esclavizaron a los nativos y la llamaron Nueva España, donde se prefiguró una primera línea territorial. Posteriormente los habitantes de ese vasto territorio se independizaron de España, por supuesto a base de trancazos y mucha sangre, y fue entonces que se dio otra delimitación jurisdiccional de esta tierra, que después, a mediados del siglo XIX llevaría el nombre de México. Ya para entonces el devenir de un ideario y una historia específica, desprendida precisamente de ese choque cultural de dos civilizaciones, la europea y la americana precolombina, se cocía en una identidad que hasta la fecha, yo lo veo así, sigue siendo una no identidad.

Pero de nuevo, debo ponerme freno para continuar.

Hoy en día México es oficialmente Estados Unidos Mexicanos, una república democrática, representativa y federal, compuesta por 31 estados y una capital federal que hasta hace poco era un distrito federal.

Ya más adelante nos sumergiremos un poco en lo que quiere decir eso de república, eso de democrática y eso de federal. Eso de distritos y capitales. Y verificaremos, cada quien desde su respectivo criterio, si es que vivimos de mitos o realidades.

Y pues bueno, platicando de estas cosas ni nos dimos cuenta y ya estamos en Nuevo León. Uno de los 31 estados que vía el pacto federal es una pieza del rompecabezas que se llama México. Soberano, libre, compuesto a su vez de 51 municipios. Su cabecera se encuentra en la ciudad de Monterrey, desde donde legislan como representantes de todos los ciudadanos nuevoleoneses, en el H. congreso, 42 diputados.

Aquí vivo yo, en Monterrey, que a huevo, está a su vez conformado por colonias, fraccionamientos, barrios, distritos electorales y demás. Una exópolis han dicho. Yo no entiendo mucho de geografías; entre otras cosas y precisamente para eso emprendo este viaje.

Sé que cada día trabajo para ganarme lo que se conoce como el pan de cada día, o esa energía vital que se desprende del sol. Aquí, como en toda la tierra, creo, todo tiene “precio”. Soy parte de una comunidad con reglas que ya estaban convenidas cuando comencé a interactuar propiamente como ciudadano, y me desenvuelvo a veces bajo protesta y a veces a mi manera, sin saber cuánto de mí es inercia del movimiento citoplásmico que arrastra todo el pasado a mi espalda.

Los ídolos a los que se venera cotidianamente en este rincón geográfico de la tierra son muchos y de muy distinta índole. Por solo mencionar algunos: el estudio, el trabajo, el asador, las chelas, “la banda norteña y los carros del año”, la lana, tigres o monterrey fc, etc. 

Como estoy seguro sucede en la otra cara de la tierra, tenemos una necesidad colectiva y servimos, de una u otra forma, a nuestro devenir histórico así movamos un dedo o no.

Pero bueno, de nuevo ando saliéndome del tema.

Aterrizamos en las entrañas de un distrito, donde se encuentra la casa que habito físicamente. Ya sin imágenes. Aquí están las calles que suelo recorrer a diario, la tienda en donde compro las tortillas, la fruta y la verdura; están las taquerías; la autoridad uniformada que detiene a los coches para que pasen los transeúntes, entre otras cosas; los parques, los cines, los bares, los edificios. Estamos en el distrito 6. El viaje, desde aquí, lo seguiremos a pie.