"Ahora bien, había unas semillas terribles en el
planeta del principito... eran las semillas de baobab. El suelo del planeta
estaba plagado de ellas. Y de un baobab, si uno se deja estar, no es posible
desembarazarse nunca más. Obstruye todo el planeta. Lo perfora con sus raíces.
Y si el planeta es demasiado pequeño, y si los baobabs son numerosos, lo hacen
estallar."
El principito, Antoine de Saint-Exupéry
Cuando alguien te invita a jugar o a invertir en la flor de la abundancia, cualquiera que sea su razón, te está invitando a aprovecharte de la confianza y de la buena fé de muchas personas que resultarán defraudadas, con una buena posibilidad de que tú entre ellas. Por donde se le vea, este juego, como muchos quieren llamarlo, no es más que una “papa caliente” que le explotará a muchos en las manos tarde o temprano.
Para ilustrarlo:
Supongamos que existe una comunidad de 60 personas, donde
cada quien posee una riqueza de tres monedas de oro.
Supongamos que a una persona se le ocurre crear una flor en
donde la regla sea dar una moneda de oro por persona en la base de los pétalos.
(Para el que no sepa cómo funciona esta maquinaria
estafadora, porque es lo que es, les dejo esta liga en donde se explica con
toda claridad)
Bueno, considerando esto, sabemos que de las 15 personas que
participan, sólo 8 ponen la lana establecida, en nuestro ejemplo, 1 moneda de
oro. Los que defienden este sistema lo llaman un regalo, y sí, de hecho es un
regalo que le hacen a alguien (al que está en el centro, en el primer nivel)
por pura buena vibra según ellos, de corazón y con una mente abierta..
Al hacerlo el compi o la compa en el primer nivel sale de la
flor, como ya saben, y la flor se divide en dos, y todos suben un nivel.
Bueno, volviendo a nuestra pequeña comunidad: de 60 personas, 15 están en ese sistema, de los cuales 8 aportan una moneda de oro. Al
dividirse la flor, obviamente, se duplican las personas involucradas o a las
que hay que involucrar para que hagan su regalo, es decir de 8 personas ahora
serán 16 las que suelten la moneda.
Ahora, 45 personas no estaban jugando, es preciso que para
que todos ganen la cantidad tan anhelada, de esas 45 sean invitadas 16 para que
cada una ponga una moneda de oro. Quedarían 29 personas fuera. Y 14 personas de
la primer flor esperando en la fila para recibir su moneda de oro.
Supongamos que las 16 nuevas personas, cada cual en su respectiva
flor, hacen su regalo: las dos flores que nacieron de la primera se dividirán a su
vez en otras dos cada una. Ahora se necesitarán cuatro veces 8, es decir 32
personas a invitar para que siga la mata dando, y que los nuevos 4 en el centro de la flor reciban su moneda.
Pero OH sorpresa, ya solo quedan 29 personas fuera, habría
que esperar que las tres personas que ya salieron de las primeras flores repitieran para
completar las 32 que hacen falta. Supongamos que así sucede.
Para la siguiente ronda se requerirán 8 veces 8 personas, 64
gentes para hacer el regalo. Pero ya no hay nadie a quien invitar, ya todos
forman parte del sistema, y ni aunque repitieran los que ya han salido se
completaría.
El cálculo de la gente que queda a la espera se los dejo de
tarea. En ese punto ya no habrá tierra fértil pa´ la flor. Y a ver qué piensa el que queda a la espera de su varo, acerca de la confianza y la buena vibra y los amigo que hizo en esa maravillosa escalera de oportunistas.
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